El universo, Dios, la naturaleza o como quieras llamarlo nos ha puesto un alto y nos está empujando a la transformación.

Cuando regresemos a nuestra vida todos vamos a habernos convertido en otra persona, está en nosotras el tomar este momento de aprendizaje para convertirnos en una mejor persona.

Yo tengo la enorme ventaja de poder hacer casi el 100% de mi trabajo desde mi casa, a mis clientes los veo por video conferencia, mucho de mi trabajo para Bienestar Infinito es desde mi computadora y las asesorías que doy a empresas también las puedo hacer usando grupos de Facebook y de Whatsapp.

Estoy siguiendo los consejos de distanciamiento social por lo que no salgo de mi casa más que a comprar comida.

Antier fui al supermercado, yo vivo en una zona en donde la mayor parte de la gente puede quedarse en sus casas y eso están haciendo, y me llamó mucho la atención lo que vi.

Por un lado, había más hombres que nunca, padres de familia haciendo las compras para que su familia se quedara segura en sus casas; pero lo que más me llamó la atención fue que vi 2 tipos de personas:

1. La persona que acapara, carritos con 50 botellas de agua oxigenada, paquetes y paquetes de papel de baño (esto sigo sin entenderlo, para mí es el gran misterio del virus) y botellas y botellas de cloro.
2. La persona que está haciendo una compra normal sabiendo que no va a haber desabasto de ningún artículo de primera necesidad.

Como tal vez sabes yo vivo en la Ciudad de México, una de las ciudades más grandes del mundo.  Por desgracia, en las ciudades grandes nos hemos hecho bastante indiferentes con la gente que nos rodea, cuando saludas en un elevador la gente no contesta y en lugares como el supermercado la gente es completamente indiferente a las necesidades de otros.

Bueno, pues lo que vi me asombró, quitando la gente que estaba acaparando con en clásico egoísmo que nace del miedo, el resto de las personas estaba no sólo tranquila, sino extremadamente amable.

Si su carrito estaba estorbando el paso de otros corrían a moverlo, yo sé que eso es lo que hay que hacer, pero no era lo común en esta gran ciudad, antes, si el carrito estaba estorbando la dueña del carrito no lo movía y dejaba que tú lo hicieras, a lo mucho te volteaba a ver con indiferencia.

Hoy vi un gran numero de mujeres preocupadas por el bienestar del vecino de carrito, saludando a desconocidos con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa.

Estaba tan asombrada que me hice a un lado y me puse a observar, no eran casos aislados, con pocas excepciones esa era la conducta generalizada, especialmente entre las mujeres que son las frecuentan el supermercado.

Sí, no era fácil mantenernos a 2 metros unas de las otras pues había mucha gente haciendo compras, pero a pesar de eso el ambiente estaba cargado de empatía.  Todas fuimos bastante eficientes con nuestras compras y muchas personas al salir le regalaban arroz, frijoles, latas de comida o cualquier otra cosa, a las señoras y señores que nos ayudan a empacar las compras.

Yo nunca había visto esa solidaridad en el super mercado.

Yo sé que en todo el mundo la gente se une en la tragedia como ha sucedido en México con los temblores y pasa lo mismo en otros países

Yo trabajé muchas horas como voluntaria en el temblor de 1985 que destruyó gran parte de la Ciudad de México, pero esto fue diferente; lo que vi fue gente diferente y no sólo gente conmovida.

Lo que vi fue una transformación real en donde mucha gente se esta convirtiendo en mejor ser humano.

Sí, sé que para algunos este cambio va a ser temporal, pero para todos, este momento es un parteaguas en nuestra vida que ha venido a abrirnos los ojos y a darnos la oportunidad de crecer como hermanos que somos.

Así como en su momento tuve mucho que aprender de un cáncer, hoy estoy aprendiendo mucho de este virus, y tengo la certeza que dentro de unos años muchos voltearemos a ver este momento como un gran maestro que nos empujó al crecimiento, que nos lanzó la oportunidad de convertirnos en seres humanos dignos del nuevo mundo que se está gestando allá afuera.

Un mundo en donde ya aprendimos que para sobrevivir debemos estar unidos en el amor.

Ya vimos que cada uno de nosotros no es más que una pequeña parte del todo, somos un eslabón de la misma cadena, y es nuestra responsabilidad y hasta nuestra obligación cambiar, porque en este nuevo mundo va a predominar aquello en lo que nos enfoquemos.

Es momento de concientizarnos y enfocarnos en el amor, para que crezca con nuestra energía y para que seamos dignos habitantes de este nuevo mundo.

Seamos nosotras el cambio que queremos ver en el mundo.

¿Estas preparada para ese nuevo mundo?