100 gramos de pastel = ¿2 kilos extras?
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100 gramos de pastel = ¿2 kilos extras?

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Seguramente has escuchado esto de que” Si lo crees, lo creas”. Bueno pues de alguna forma esto también aplica en lo que nos hace subir de peso. Nuestras creencias activan la producción de hormonas y es por eso que si crees que te va a engordar, así será.

Sí, la comida te puede engordar más de lo que pesa. 

Yo ya casi no doy coaching pero hace unos días llegó conmigo una persona que insistió mucho en verme.  La recibí para explicarle que por ahora no estoy aceptando clientes nuevos, y para recomendarla con otro health coach cuando de repente me dijo: “¡Sé que no me vas a creer, pero si yo me como 100 gramos de pastel subo 2 kilos!”.  Y ¿sabes?, por supuesto que le creo.  Tan le creo que ya es mi nueva clienta pues a una persona con creencias tan poderosas no le pude decir que no,

Para poder explicarte bien por qué subimos de peso más de lo que pesa la comida te voy a platicar del sistema nervioso y del poder de los pensamientos pues estos 2 temas se unen aquí.

 De pensamientos a hormonas.

El sistema nervioso central es el caminito por donde llega la información del cerebro a los diferentes lugares del cuerpo, éste se divide en:

  1. Simpático, que es el del estrés, el que se encarga de ponernos en modo de “luchar o huir”. Lee aquí y aquí en donde ya te he platicado qué es lo que pasa cuando entramos en modo de “luchar o huir”
  2. Parasimpático, que es el encargado de balancear al cuerpo y de ponernos en modo de relajación.

Imagínalos como 2 apagadores que prenden exactamente en situaciones contrarias.  En la medida en que uno se prende el otro se apaga.

Si estás estresada domina el sistema nervioso simpático y tu cuerpo está respondiendo a través de él, si estas relajada lo hace a través del sistema nervioso parasimpático.

El cuerpo se estresa si el cerebro percibe que estamos en riesgo, la respuesta del cuerpo es la misma si el estrés es real (si un león nos está buscando para cenar), o imaginario (si creemos que nos van a correr de nuestro trabajo).

Creencias poderosas.

Hay muchos estudios del poder de los pensamientos y las creencias en relación a la comida en los que se demuestra que el cuerpo no sólo responde a lo que comemos sino también a lo que creemos que comemos.

En este estudio se dividió a los participantes en 2 grupos, antes de empezar el estudio les midieron los niveles de grelina y de leptina que son las hormonas encargadas de balancear el hambre.

Cuando hay más grelina tenemos más hambre, cuando comemos baja la grelina y sube la leptina, que es la que hace que dejemos de comer pues le indica al cuerpo ya hay suficiente energía.

La leptina regula el nivel de grasa que acumulamos en el cuerpo.

Bueno, pues a los 2 grupos les dieron una malteada de 380 calorías pero a las personas del grupo 1 les dijeron que la malteada tenía 620 calorías, y a las del grupo 2 les dijeron que esa misma malteada tenía 140 calorías.  Se tomaron la malteada y les volvieron a medir los niveles de las 2 hormonas.

El grupo 1, el que creía que estaba tomando una malteada calórica, no sólo se sentía más satisfecho sino que tuvo niveles de grelina 3 veces más bajos que las personas del grupo 2, que es el grupo que creía que estaba tomando una malteada con pocas calorías.

El cuerpo respondió a la creencia con cambios no sólo de percepción como el sentirte satisfecho, sino con cambios biológicos como el de disminuir más los niveles de grelina.

Esto es porque la función de la mente es poner los pensamientos y el cuerpo en concordancia.

Si crees que una malteada te debe quitar completamente el hambre porque “tiene” 640 calorías, entonces la mente se encarga de que el cuerpo responda a esa creencia, ¿cómo? activando la producción de hormonas que hacen que con la malteada te sientas satisfecha.

¿Increíble verdad?

¿Subes 2 kilos si comes 100 gramos?

Ahora, tomando en cuenta lo que te acabo de platicar vamos a lo que nos interesa de este tema.

Cuando comemos con culpa porque estamos a dieta, con juicio porque la estamos rompiendo, con miedo a engordar,  quejándonos de nosotras con nosotras mismas con cosas como “soy el colmo, no tengo fuerza de voluntad” y demás cosas así; activamos el sistema nervioso simpático.

Aunque muchas veces no nos damos cuenta, ese tipo de actitudes nos estresan y nos mantienen en un nivel moderado pero constante de estrés.

No nos damos cuenta del nivel de estrés en el que vivimos porque muchos somos adictos al estrés.

 Si a eso le unes que al comerlo tienes la certeza de que te va a hacer subir de peso, pues vas a hacer que tu cuerpo produzca más insulina para bajar la glucosa de eso que te vas a comer.

Igual que en el caso de las malteadas el cuerpo reacciona al pensamiento, a lo que crees.

Si crees que te va a engordar, tu mente va a poner coherencia entre tus pensamientos y tu cuerpo y se va a encarga de producir las hormonas que se necesitan para que te engorde.

¡¿Cómo es eso?!

Imagínate comiendo ese chocolate.  Tus creencias son “es malo”, “me va a hacer engordar”; y tus pensamientos son “no tengo fuerza de voluntad”, “ya rompí la dieta otra vez”, “soy una gorda”, “soy el colmo” y todo este tipo de cosas horribles que nos decimos, especialmente las mujeres. Tu cuerpo se empieza a estresar aunque no lo notes.

Con estrés, el cuerpo:

  • Cierra parcialmente el sistema digestivo por lo que el chocolate se queda mucho tiempo en tu estómago.
  • Produce cortisol e insulina, que le dan al cuerpo la señal de “almacena grasa”
  • Suelta el glucógeno (azúcar) del hígado en la sangre para que tengas energía disponible, pues si estás estresada debes estar en riesgo y vas a necesitar energía para luchar o para salir corriendo.
  • El cuerpo detecta azúcar y produce insulina para llevarla a las células que la van a necesitar para luchar o salir corriendo, pero como no luchas ni corres entonces la insulina queda ahí, esperando al chocolate para convertirlo de inmediato en grasa y almacenarlo.
  • Se inhibe la sensación de placer (otro de los efectos del cortisol), y el cerebro no registra placer; por lo que asume que no comiste…te va a dar hambre pronto.

Por otro lado están los pensamientos

Tu mente va a alinear los pensamientos con tu cuerpo entonces:

  • Produce aún más insulina pues la instrucción que está recibiendo de los pensamientos “lo que viene nos debe engordar”.
  • Y como valor agregado, la insulina bloquea la señal de la leptina que como te comenté, es la hormona que nos dice “para de comer pues ya hay suficiente grasa almacenada”. Con mucha insulina la señal no se escucha, entonces te da más hambre, y nadie le pone un “hasta aquí” a la grasa que se acumula en tu cuerpo, pues aunque la leptina grita “ya no más” la insulina no permite que se oiga su grito.

No te estoy diciendo que puedes comer cualquier tipo de comida chatarra si cambias tus pensamientos y creencias, no.  Pero ten en cuenta que más o menos:

 50% de la nutrición depende de lo que comemos,

y 50% depende de quienes somos al comer.

Si comes chatarra, estas estresada y con pensamientos negativos; potencializas el efecto de ese tipo de comida en el cuerpo. Pero si comes brócoli en ese mismo estado, también disminuyes mucho las bondades del brócoli.

Si decides de forma consciente comer algo que sabes que no te va a nutrir, no hay problema.

Sólo hazlo conscientemente, con responsabilidad pues tu cuerpo necesita comida que lo nutra,.  Come despacio, con consciencia plenadisfrutando cada bocado, y con la certeza de que no pasa nada; no es tragedia a menos que TÚ así lo decidas.

Platícame, ¿te ha pasado algo parecido a comer 100 gramos de pastel y engordar 2 kilos?

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